Cuando vengas, no me encontrarás buscándote entre indicios que me lleven a ti, con mayúsculas.
No me verás suspirando por matices morados de rosas ni por esquinas donde, aunque fuera demasiado tarde, Princesa, yo siempre llegaba a tiempo a la cita con mis obsesiones. No seré yo quien desande el recuerdo, tejiendo derechos y pilares hasta deshilarlos, ni seré la que se aleje sin voltear, comprobando que la espalda no sabe despedirse. No jugaré el papel de ser estatua de amaranto en un Oxxo, sin saber a dónde pertenezco. Otra vez.
Cuando vengas, hallarás a alguien que tendrá mi rostro, mis tenis, mi lunar en el párpado y hasta mi cuaderno de notas. Llevará mi nombre pero no mi vestido; se me hizo andrajos con tanta expectativa.
Cuando vengas, Vida, habré amanecido vestida de (mente en) blanco. Serás tú quien me busque, quien quiera saber qué puede esperar de mí. Si logras seguirme la pista, me encontrarás creando mi destino. Y en esta ocasión, a diferencia de los 37 años anteriores, te sostendré la mirada. Presente.
Y te dejaré en suspenso.
7 agosto, 2014 en 07:39
Me encanto, sobre todo, porq a mis 38 años… eso en otras palabras por supuesto, dije… hoy, 7 de agosto2014… decido sonreirte vida… me encanto este post!
9 agosto, 2014 en 17:16
Gracias por leer, Raquel. ¡Salud por esos 38 y la elección de sonreír a la vida!
13 agosto, 2014 en 11:42
Entonces la pobre viva tendrá que contratar una agencia de detectives: yo soy otro del club de los 38 que no va a esperar a que llegué.
Espero que pueda localizarme en alguna carretera rodando, en alguna montaña excursionando, en alguna reunión conviviendo o en algún café platicando.
Por cierto ¿cuándo nos tomamos un café?
22 agosto, 2014 en 12:00
Esta vez fui en chinga loca al DF. En la próxima visita, sin duda: imperativa. Un abrazote.