Ah, ¡cómo le daba vueltas al asunto! Luego, en aras de hallarle sentido a la transparencia, cerraba los ojos, arrugaba la nariz y anunciaba:
– Está de la fruta, pero predomina el higo.
Aunque no iba al grano, como tal, entintaba:
– Contundente y, a la vez, rústico. Como las violetas.
Era un místico.
– Descaradamente impío. ¡Para los dioses!
Era mi turno. Como ya estábamos de ambiente y así es esto de las transiciones, invertí un suspiro, traduje:
– Gozne sin aceitar, esquina de la escalera de casa de mi bisabuela con toques de trastienda de tintorería, sopa de habas, pegamento seco. Y vanilla.
El sommelier de renombre que había viajado de Francia hacia California para esa cata de licores y toda la mesa me regalaron una mirada que conozco bien y que fue un péndulo entre:
– Loca de la ¿qué?
y, dado el contexto:
– ¿Está usted borracha o así es, naturalita que no sabe aspirar, ni beber ni pertenecer?
Yo, en toda la noche, solo había tomado medio sorbo de coñac. Por toda respuesta, me reí hasta evaporarme; fui volando por mis hijas, volví a casa, me quité los tacones, me serví una leche con chocolate. ¿Cuándo serás cool, Miranda, y tomarás whisky adjetivado como los adultos? ¿Cuándo dejarás de avergonzar a los que te rodean con tus niñerías?
Por un momentito vi venir que el señor Sommelier y las personas de esa mesa se sumarían al coro que traigo en la cabeza y que me desaprueba con su preguntas. Ahuyenté los fantasmas haciendo muchos ruidos con el popote, aspirando a libar de una fuente donde los estereotipos cuelguen su disfraz en el recibidor y las catas sean a besos añejados en la intimidad. Y perdiendo la razón que, embotellada, no sabe igual.
No es necesario darle vueltas. ¿Para cuándo? Nunca.
29 mayo, 2015 en 21:50
Pocas veces he podido “pertenecer”. La última vez que me identifiqué en un grupo nos autonombramos CRETIBs. Así de extraños somos.
Pero creo que hay esperanzas: yo decía que no podía integrarme porque mis compañeros de trabajo festejan a quien compra un nuevo automóvil mientras que yo llegaba al trabajo en bicicleta. Mi terapeuta decía que yo era autentico.
Disfruta tu leche con chocolate.
8 junio, 2015 en 21:28
Tú, ¿qué sabes? Igual ellos querían ser como tú y nunca te lo dijeron. Mutuamente nos influimos. El rollo es declarar un camino como el único válido. O cool.