A modo de tradición de sala de espera, Miranda suele escribir un textito en los aeropuertos. Esta es la tercera entrega de la serie «Pies de aeropuerto». Los otros dos textos están compilados en «Usted & la Canción Mixteca».
Fila de la fila, tan larga que llega hasta donde nacen todos los válgames. En la revisión, la oficial de los rayos X quiere ir al baño, pero no llega el que la releva en el turno; revisa lento y de malas, porque ya le punza la vejiga. Se acaban las bandejas de vaciar el contenido de los bolsillos y enmarcar las computadoras portátiles, escasean la paciencia y el pudor de estar sin cinturón, sin teléfono, sin zapatos, sin chal. Es fin de semana feriado. Todos los niños de dos años dicen que no, a coro. También se escanean las dudas de perder la conexión.
Caminar, correr, textear. En todos los casos: hay que volar hacia la sala para volar hacia el destino. El calzado reflexiona sobre esa paradoja y sobre el mármol. Y justo cuando se ha encontrado un tomacorriente junto a un asiento frente al ventanal, con disposición de sobrellevar la hora y media de retraso del vuelo, y dos párrafos, es momento de abordar. Los pies de aeropuerto no avanzan, conceden.
10 octubre, 2015 en 17:07
Algunas veces es tan cansada la espera en el aeropuerto que he deseado cancelar el vuelo y hacer el viaje en bicicleta. Tal vez sea más tiempo invertido pero viajar 1000 kilómetros en avión cualquier puede contarlo, rodarlos no cualquiera los presume.
18 octubre, 2015 en 20:22
¡Mil kilómetros en bicicleta! Quien los haga, quiero leer su libro.
22 octubre, 2015 en 14:01
http://www.2greenprints.org/2greenprints/Home/Home.html