—¿Por qué duraron tan poquito en esa casa?
—¿Dos años te parecen pocos?
— Y eso que la casa es acogedora.
—Por vieja, sí. Aunque tener un sólo baño: qué monserga.
—A mí me chocaba.
—Pero el patio era grande.
— Y la alacena, enorme. ¿De los cincuenta?
—Ésta es una mirruña, pero me gustó el tragaluz.
—¿Café?
—Agruras, no. A veces, dos años se hacen largos.
—Cincuenta y tantos, creo.
—Pero se pasan rápido.
— Bonito, el departamento.
— Gracias.
—Nosotros, cuatro.
— ¿En serio?
— Dos, apenas para ambientarse.
—Lactobacilos. Y te olvidas.
—¿Lo viste?
—¿Parado en la entrada de la cocina?
—Sí.
—Por eso nos fuimos de esa casa.
—Nosotros también.
28 septiembre, 2016 en 12:22
Muy bueno. ¿Y luego? ¿Qué sigue?