Seré breve:
Hay elecciones que ocurren, por ejemplo, cada 6 años, y hay elecciones que suceden todos los días.
Las variables que rodean el resultado de las votaciones en un país están hechas nudo dentro de otros nudos dentro de condicionantes que se mueven en una maquinaria de causa y efecto mezclada con más sistemas e inicios y consecuencias, ciclos, engranes, mucho tiempo que fermenta y expone.
Las elecciones de todos los días son las que determinan, verdaderamente, el curso de nuestra historia. Se puede asumir lo peor, resistir la verdad, darse por derrotado, enfocarse en los problemas, hundirse en la duda, comparar, aburrirse, tomarlo todo personal, esperar a que cambie la suerte, o vivir en el presente, ver las posibilidades por encima de las limitaciones, aceptar retrocesos y obstáculos, hacerse responsable de los actos propios, perseverar, hallar el interés y la amenidad en los retos, trabajar con empeño.
Ningún post en Facebook —ni en Twitter, que me cae tan bien— puede darnos perspectiva o profundidad para comprender procesos sociales, políticos o económicos. Lo que sí hace es revelar qué hacemos frente a la amargura. (¿La dejamos pasar?, ¿la nutrimos?, ¿la combatimos?) y desde dónde (¿El menosprecio?, ¿la aspereza?, ¿la burla?,¿la intolerancia?, ¿los discursos heredados?, ¿la empatía, ¿la esperanza?). Si la amargura es el superlativo del odio, habría que repensar quién es el enemigo.
Y conversar más con los relojeros.
6 julio, 2018 en 11:00
Quiero ser el epítome de la resilencia y elegir la esperanza frente a la derrota, el optimismo frente al desánimo, el entusiasmo frente al pesimismo, levantar la antena de la perspectiva, y como bien dices, querida Michelle, perseverar y trabajar con empeño.
Abrazos repletos de seguridad y confianza!
Themis.
6 julio, 2018 en 18:51
Lindas líneas y palabras. Gracias