Las mujeres de tobillos frágiles sabemos que nos preocupa tener que subir o bajar tres pisos de escaleras en tacones.
Las mujeres que no tenemos todas las respuestas sabemos que a veces confunde ir a fiestas donde las mesas se agrupan por parejas.
Las mujeres migrantes y las que vivimos solas sabemos que es abrumador estar en una reunión llena de gente que se conoce de años.
Las mujeres que viajamos a países donde matan a mujeres sabemos, tristes y sabias, de estar alertas, listas para huir y ponernos a salvo.
Por los motivos anteriormente expuestos y porque me fascina vestirme de enunciados que se complementan: fui a una fiesta a México y llevé un vestido con botas de agujeta. Subí y bajé corriendo la escalera, bailé en grupo con las personas que amo, me quité la abrumación abrazando y siendo abrazada, brinqué de desparpajo como si el mundo fuera justo.
Las botas parecieran un detalle sin importancia, una excentricidad victoriana de 32 centímetros. Y lo son. Salvo que me permitieron levantar la cabeza —algunas mujeres crecimos sintiéndonos avergonzadas y fuera de lugar—. La pasé bomba.
25 octubre, 2019 en 09:46
¡Qué gustó tenerte acá en México por unas horas Michelle! En la celebración de cumpleaños se permite divertirse en grande y vestir de forma que nos haga sentir bien. Ojalá puedas mostrar el «look» de ocasión tan importante. Fuerte abrazo… 😊 🎁🎂🎉🎈
9 noviembre, 2019 en 11:23
¡Taran!He aquÃ, al fin!Sigo sin poder creerlo. Me han regalado tu libro y qué felicidad 🙂 Muchos saludos y abrazos para ese trÃo de chicas. El perdòn no es un sentimiento, es un acto de voluntad.
9 noviembre, 2019 en 19:15
Dimos un adios. Para querernos con palabras.
Lo que no une a los mortales, los dioses no pueden separar.
No imagine ese corazon tenia tantos colores y sabores. Y palabras.
Aposte que las soledades pintarian las paredes con tu color favorito,
la casa quedo vacia.
Cada uno de esos besos
aun durmiendo.
Una cosa es morir de amor,
otra de verguenza.