Acarrearon briznas y agujas de pino, una tú, una yo, a ver qué tal esta, muy bien, ¿tantas de una vez?, eso dice el instinto, apura, ¡voy!, ya va quedando, oye, sí, sobre la copa de un árbol de piracanto. Entonces las tórtolas, después del acarreo, fueron vistas haciendo networking entre los eucaliptos y también empollando a las crías, por turnos, como una misma ave por duplicado, una respirando quieto, otra con su ahora vuelvo.
Una urraca azul amaneció con hambre y se acercó al piracanto. Las dos tórtolas, casi trazadas cuadro por cuadro, le preguntaron con los ojos laterales qué se le ofrecía, váyase de aquí o no respondemos picote con sangre, sea chico o sea grande, habrase visto un azul tan mustio. La urraca no echó pleito. Okei, okei, ya me iba, pero hizo su maña y la tórtola empolladora, desprevenida, dejó entrever su tesoro: dos huevos. La urraca hurtó uno y huyo y volvió por el postre. En un minuto al piracanto le quedó un nido vacío y ninguna tórtola.
Desde mi ventana veo las ruinas cóncavas de las brinzas, el piracanto con sus bolitas rojas, el tránsito de las ardillas en los eucaliptos, la agenda ocupadísima del automóvil de mi hija mayor que vino de visita en las vacaciones de la universidad, el ya me voy, mamá, al rato regreso, mamá, estos son mis planes, mamá, de mi hija menor que ha terminado la preparatoria; ambas hijas enseñándome que ha caducado mi gerencia de cuidados formativos y recontratándome como compañera ocasional cuando la vida se complica o amerita una celebración.
Con tanto tiempo a granel y una casa quieta miro diferente a través de las ventanas, todas, hacia dentro o hacia fuera. A veces le atino a hilar metáforas, a veces se me enredan los hilos de bordar, a veces hago siestas con buenos sueños intensos, y a veces, cada vez más, pienso en mi mamá y en nuestros dos países de distancia. Siempre estoy pendiente de las urracas, de cualquier color. ¿Cómo pasaron veinte años en un parpadeo? Todavía no sé.
10 junio, 2022 en 15:45
Qué cosa tan inquietante la paz de un hogar donde queda el eco de tus enseñanzas. Abrazo Michelle.
Rucel Castro Rodríguez Todos somos creadores. Crea tu mundo.
12 junio, 2022 en 12:27
¡Me encanta todo lo que escribes! Gracias por compartir tu arte, sentimiento, colores, corazón y alma ¡en letras! Te abrazo.
6 julio, 2022 en 11:16
Admirada Michelle Remond, es un placer leer sus líneas y coincidir en los empleos, si esos casuales empleos a los que ahora nos dedicamos, «Compañero ocasional de vida de mis hijos» en mi caso.
Reciba un fraterno abrazo a la distancia.
MJ
13 julio, 2022 en 05:38
Como siempre, maravillosa en sus textos.
20 marzo, 2023 en 13:06
El tren que llevaba algunas alegrias no se detuvo en la estacion. Espero todo bien contigo.