Para Víctor Luján G.
Que no te obnubilen, que no te empañen,
que no despostillen, que no te descalzen,
que no se burlen, que no calen,
que no pronostiquen, que no manchen,
que no te culpen, que no te roben,
que no te desairen,
diles.
Que se les marca el bulto de prejuicios y tedio,
que nunca fuiste de estatura promedio,
que no tienes remedio y sí un archivo
que hierve de ideas, de ti, de festivo,
junto al botón certero de tus reinicios.
junto a los brotes cuando verdeas,
diles.
Que es verdad y ruta y certeza:
que no hay acto creativo pequeño,
sólo fracciones de una obra dispersa
pidiendo un rato diario de atención y tiempo;
que las ganas son la versión soleada de tu sueño
que las fracciones se hilvanan con torpeza
y acunan un borrador,
diles.
Que en aquel rato diario se te va la vida.
Y la persigues, ¿qué otra te queda?
que, a fuerza de tesón, te vas sabiendo.
Crear es lo tuyo. (Yo lo comprendo).
Diles,
sabrás cuándo y a quién me refiero,
deletreando con todo tu cuerpo,
—se iluminarán conciertos, galerías,
escenarios, libreros —,
que la obra eres tú.
Diles, o abraza la sospecha:
vuelve a los cánones, a su orden, al suyo.
ó
es tu momento: ¡aprovecha! diles:
es mi proyecto. Y suficiente, concluyo.
Y junta minutos donde había suspicacia
con frenesí del loco que ama su esquina
con la rutina obstinada de quien persevera.
No hay acto creativo poco y sin gracia,
sino sumas de llevar, por centena.
Créeme todo, o nada me creas,
pero, ¡por favor! sigue tu idea.