Ella dice que es un año. Yo digo que son nueve meses.
Ella dice que esto es irse-irse. Yo digo que es irse-incipiente.
Ella dice que, al volver, no será la misma. Yo digo que es la misma desde que nació.
Ella dice que va a buscarse. Yo digo que la búsqueda será su compañera.
Ella dice que estará confinada. Yo digo que por favor.
Ella dice que todo su equipaje cabe en una mochila en los hombros. Yo digo que sólo el visible y el que yo, tantas veces, me culpo.
Ella dice que dieciocho, ahora, que se acaba el mundo. Yo digo que la edad, los instantes y el apremio son más del mundo interior que de los imperativos.
Ella dice ¿quieres que hagamos algo? este es el momento, aprovecha, nos quedan dos semanas juntas. Yo digo, abrazándola, nunca me he separado de ti, ve a donde te lleve el alma, mejor distribuyo en caricias calmadas mi bendición de madre, grave, solemne; te celebro libre, lloro sin que me veas, no sé qué voy a hacer con tu ausencia.
14 agosto, 2020 en 08:25
Las memorias se despiertan voluntaria o involuntariamente con tus relatos.
Yo lo viví como madre 10 años más tarde que tú. Pero mi madre sí lo vivió a mis 18.
Un abrazote
14 agosto, 2020 en 14:16
Qué triste. Pero qué bonito y qué orgullo. Pero qué triste.
15 agosto, 2020 en 09:33
La ausencia a veces, es lo mas sano.
16 agosto, 2020 en 10:01
Ya chillé.
😥