Supe que no teníamos un futuro juntos porque titubeó cuando lo invité a que pisáramos un montón de hojas secas. Eran de maple, parecían abanicos hechos de pergamino. Él era un adulto que cuidaba sus zapatos tal como le enseñaron sus mayores. Yo rechinaba de ver esa esquina hojosa donde el otoño prematuro quería asomarse a la ventana de la tienda de antigüedades. Menos mal que no tuve que explicar por qué lo nuestro no podía ser. Él se me adelantó. Adiós, le dije, y me alejé riendo y llorando un poquito y riendo.
Yo pido el pan de cada día y las hojas de cada jornada. El olmo de mi jardín tiene años queriendo besar mi casa, inclinándose, inclinándose hacia ella. Una compañía de aprovechamiento forestal dijo que no todavía, quizás un día, y ancló al olmo con un bastón de acero. El árbol suspira hojitas que llenan el patio de haikús amarillos, salgo a barrerlas para acercarlas a la raíz del olmo, ten tu humus, ten tus nutrientes. Él me cuenta de su romance imposible mientras canto pasodobles que mutan en canciones de cuna y en confesiones tarareadas que nadie más sabrá. Mi escoba es de mijo, del que se anuncia cuando pasa.
Las hojas de mi cuaderno de escribir se caen cada vez que me tropiezo que es siempre. ¡Ay!, y van todas las notas del dictado que escuché en la regadera y en el auto y mientras me delineaba los ojos. Menos mal que, usualmente, quien me ayuda a recomponerme habla inglés y no entiende mis enunciados. Es como si se asomara al tendedero: me daría pudor. Son hojas que años después revisaré con la nostalgia de creer que contenían algo importante. Qué boba.
Hablo de hojas en pleno julio como si fuera octubre. No siempre me pregunto por el futuro, sólo a veces: cuando veo un corazón cerrado, cuando salgo a mi jardín, cuando avanzo en un manuscrito. Y cuando es verano y descubro —demonios, el cambio climático— que ya no cantan los grillos.
19 julio, 2019 en 09:16
Qué lindo otoño confundido, con tanta prisa por llegar y que no se le haga tarde, que confunde a olmos, grillos y macetas.
Gracias, otoño en verano, por provocar este texto tan bonito.
19 julio, 2019 en 14:48
Magia: Hojas Sueltas, Prisioneras
Sonetllo de ToTTó para mi querida amiga
La Loca de la Maceta
Inspirado en su historia titulada:
“Cuanta Hoja”
Publicada en su Bitácora (Blog)
https://locadelamaceta.com/2019/07/19/cuanta-hoja/
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Magia: Hojas Sueltas, Prisioneras
Olmo, tronco, hojas, suelo y cielo
tendero de mágicos pensamientos,
hojas, al viento suspiran, consuelo,
bellos, tiernos, arropados sentimientos.
Es el colmo, del sufrido amor del olmo,
que en penumbra y sombra, desparrama
en su respirar: hojas sueltas, de su rama,
inclinado, acaricia suavemente tu ventana.
Es tu amor seco, acurrucado por tu suelo,
pisoteado en ilusiones, arraigadas: es tu seno,
palpitando inocencia; cual tu ansiado duelo.
Ámalo con tesón, ábrele tu corazón, dáselo,
cual regalo y premio; renueva tu amor eterno
abrásalo en tu hoguera, con tu beso: tierno.
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Estupendo tu ensayo, me encantó
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Un abrazo de amigo
ToTTó
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19 julio, 2019 en 18:59
Muy paique tu escrito: entre nostálgico, triste y «hojareño»… jaja
Me hiciste recordar que antes llevaba yo siempre en mi bolsillo de la camisa (siempre procuraba llevar una camisa o camiseta con bolsillo en el pecho derecho) una libretita fabricada con hojas de reciclaje, cortados en octavos de tamaño carta y con dos grapas en uno de sus lados… en ellas escribía las ideas que se me iban ocurriendo durante el día. Al estar en la obra y agacharme para ver o revisar algo, se me caía… y ahí iba yo a recogerla. Cuando la llenaba la guardaba en mi «estudio» (en realidad un escritorio en un rincón de la sala) y en las noches, cuando ya todos dormían, las sacaba y copiaba las ideas en la compu y las desarrollaba… En el primer trimestre del año, que estuve incapacitado por mi operación del corazón estuve depurando mi «estudio» y me tope con libretas de obras de 2010 y años subsecuentes, así como con libretitas con ideas de cuentos (algunas que aún no desarrollo), con FRASES (no tan) CÉLEBRES y con Reflexiones Irreflexivas de varios años… Todo por «Las hojas de mi cuaderno de escribir se caen cada vez que me tropiezo que es siempre…»